Uno de los atractivos de Londres para este temporada es ver la ampliación de la Tate Gallery, el templo del arte moderno de la capital británica. Yo ya conocía el museo pero no el nuevo ala, una pirámide de ladrillo de 10 pisos firmada por los arquitectos suizos Herzog &DeMeuron y que ha costado la friolera de 330 millones de euros.
Como veis abajo, por fuera el nuevo edificio de la Tate se asemeja a una de esas torres defensivas que salpican toda la costa británica, una especie de fortaleza con sólo unos escuetos ventanales que dejan pasar muy poca luz.Me parece a mí que el símil defensivo no es del todo banal. La nueva ala apuesta por preservar la belleza de esta antigua estación eléctrica frente a los impresionantes edificios de la todopoderosa “city” que están justo enfrente, al otro lado del río, o por unas modernas torres de cristal al lado la Tate Gallery.
The Switch House feels like it belongs. The twisted, off-kilter pyramid of Tate Modern’s new extension is terrific not only on its own terms, but also in its impact on the rest of Herzog & de Meuron’s original conversion of Bankside power station into contemporary art gallery in 2000.
Fifteen years, dozens of major exhibitions, several rehangs and four directors later, all those suns, slides, cracks, sunflower seeds and other weird encounters in the Turbine Hall have made Tate Modern more popular than anyone – including Tate – could have imagined. While the hope, often expressed, that the Switch House might siphon off some of the main gallery overcrowding may be an illusion, the way we encounter and look at art has changed, and there is an effort here to encourage as well as accommodate live art, the ephemeral and the temporary; art that is as much about people as the things they make.
Apabullante y magnífico. Eso son los calificativos que pienso tras subir a pie las diez plantas de la Switch House ( así se llama el nuevo edificio) y recorrer sus espacios abiertos al público. Las salas , albas y amplísimas, se asemejan a pequeños polideportivos; tanto que a veces empequeñecen a algunas obras con poco que contar.
Aunque la nueva Tate Modern expone 800 obras de 300 artistas, procedentes de 50 países, queda la sensación de que, por ahora, sobra algo de edificio. Pero recorrerlo es un espectáculo en sí mismo, con sus elegancias industriales de hormigón, que recrean el origen fabril del recinto y arrancan con una fabulosa escalera curva. Todo combinado con cristal y madera y unas vistas formidables de Londres.
Climbing through the first four storeys of the Switch House, there is pleasure and surprise in its long, broad staircases, with their unexpected windows and sudden views of floors above (echoing Herzog and de Meuron’s Schaulager museum in Basel).
All that angled and slanting concrete also reminds me, at times, of Ken Adam’s film architecture for the Bond movies and Doctor Strangelove’s war room. You feel air above you and the world beyond, and also a sense of occasion. Above several floors of administration, the space is topped by the 360-degree outdoor viewing gallery at the building’s apex. This alone will attract visitors, whether or not they continue to the galleries
No nos engañemos, como sucedía ya con el viejo edificio, yo creo que lo que más valorarán muchos visitantes es el recorrido de 160 grados desde la terraza de la última planta, que ofrece una mirada inédita sobre Londres, desde la City de cristal y acero al Norte hasta la ciudad infinita que se atisba mirando al Sur. Sólo por eso vale la pena pagar uno de esos capuchinos que te dan en la cafetería a precio de caviar.
Art has to be approachable, as well as visible. With their high ceilings and even, fluorescent strip-lighting, these spaces have an air of the factory or the studio.The high point of the installations on show, these two rooms provide an uninterrupted journey in and out of art since minimalism; art that loses its purity in favour of its connection with real things and bodies.Although the size of the Switch House galleries diminishes as you climb upward, there is enough variety in the kinds of work on show to make the scale of the exhibition spaces feel right.
Tengo una sensación agridulce después de haber visitado la ampliación de la Tate Gallery. Una cosa es cierta; hace 16 años, una central de producción de energía al sur del Támesis en Londres logró convertirse en uno de los espacios de arte moderno y contemporáneo más importantes del mundo. Ahora, la Tate Modern busca dar un paso más allá con esta esperada ampliación para adaptarse a nuevas formas de arte, contar con una representación de artistas de todo el mundo y darle un impulso al trabajo de las mujeres. Las expectativas son, quizás, muy altas para un centro que pretende erigirse en el edificio cultural más importante del Reino Unido.
I have an weird feeling after visiting the Tate Gallery extension. Curators work with ideas as much as objects, developing thoughts through their conjunction and alignment of works. This is a matter of theatre and choreography, as well as art history. As onlookers, we invent our own narratives, take our own soundings and find our own sightlines. Variety is key – the museum must cater for all kinds of audiences and readings. In the Switch House, the building is as much a player as the art.
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