He leído mucho sobre la “generación perdida” en Japón, jóvenes que tras la devastadora crisis económica de los 90 en el país nipón a causa de la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera quedaron atrapados sin saber muy bien a dónde ir.
Uno de los artistas que mejor abordó en su trabajo la alienación y deshumanización de la sociedad japonesa contemporánea fue Tetsuya Ishida , pintor de culto a quien el Museo Reina Sofia dedica en su sede del Palacio de Velázquez del Retiro una completa retrospectiva, la mayor celebrada hasta la fecha fuera de Japón.
Las consecuencias de esa crisis para muchísimos jóvenes de la época no pudieron ser más terribles. Por un lado, el karoshi (muerte por exceso de trabajo); por otro, los hikikomori (chicos que pierden su identidad y deciden vivir casi en total aislamiento social, encerrados en sus cuartos y parapetados en el anonimato de la Red). Una generación atrapada en un espacio y un tiempo opresivo, donde no hay separación entre vida y trabajo.
El propio Ishida acabó siendo engullido por el sistema como una víctima más. Murió a los 32 años. Aparentemente, se suicidó arrojándose a las vías del tren. Es terrible el índice de suicidios en el país asiático. Pero a Ishida le dio tiempo a crear una obra muy personal (crudo realismo pictórico con tintes surrealistas), protagonizada exclusivamente por un personaje, un clon que se repite obsesivamente en sus lienzos y que, a menudo, se ha asociado a un autorretrato de Ishida. Él lo negaba. Más bien es un autorretrato de otro. De ahí el título de la muestra.
Tetsuya Ishida: Self-Portrait of Other is the first retrospective exhibition of the work of Tetsuya Ishida to be held out of Japan. It brings together a significant selection of around 70 paintings and drawings, from 1996, the year he finished his degree in fine art at Musashino University, Tokyo, to 2004, shortly before his sudden death.
His paintings, drawings, and notebooks are an extraordinary testimony to the malaise and alienation of contemporary subjects in advanced capitalism. A cult artist in his own country, where his imaginary world has become a reference for younger generations, his sharply critical work was presented in Europe at the 56 Venice Biennale in 2015.
Ishida’s skeptical, nihilistic realism bears witness to today’s normalization of precarity and consumption in every sphere of life. The characters in his works are hybrid, anthropomorphic machines who embody a state of total technological domination and limitless subordination to a new, inescapable form of slavery that makes no distinction between work and consumption and heightens the anxiety of our bodies and subjectivities.
¿A qué no te deja indiferente? Impresiona ver siempre al mismo personaje atrapado en espacios imposibles que se metamorfosea en larvas de insectos, pero también se transforma en lavabos, retretes, fregaderos, neumáticos, escaleras mecánicas, aviones, tanques, edificios... En una pintura aparecen sus personajes alimentados a través de una manguera enchufada a sus bocas. En otra, un cuerpo troceado y empaquetado, como si fuera una mercancía más de la cadena de producción. Es una amarga y desoladora denuncia de la soledad, aislamiento e incomunicación en que viven inmersos los japoneses en sus vidas y en sus trabajos.
El personaje creado por Ishida irradia una tristeza infinita, incapaz de revertir su desgraciada suerte.
Sin duda ve a verla. Te hará reflexionar.
Ishida was one of the so-called lost generation of those years, the skeptical product of truncated lives and unmet expectations that resulted from the crisis.
Ishida’s work pinpoints the obsessions of the individual who oppressively inhabits undistinguishable spaces and times where work, consumption, and free time merge. Kafkaesque references appear in the larval states of the imprisoned, tamed subject or the social coercion of real powers like the educational system; the means by which the mass media penetrate our lives; and the business culture of the “salaryman,” the archetypal worker who gives his entire life to his company.
Ishida’s alienated vision of contemporary society is personified in this automated figure, who has lost all connection to the products of his labor and is alienated from the labor process itself through its conversion by the post-Fordist economic paradigm into miscellaneous services where goods are rationalized, labeled, and distributed.
Go to see it. It will make you think
Llevo puesto camisa y pantalón de ZADIG & VOLTAIRE, los zapatos son de EXCELSIOR.
Shirt and pans I am wearing are from ZADIG & VOLTAIRE, shoes from EXCELSIOR
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