Cada vez que Ryan Mcginley saca trabajo nuevo, no podemos evitar ir corriendo a ver qué será esta vez. En esta ocasión nos presenta Mirror, Mirror para la que contó con la ayuda de algunos amigos que acabaron protagonizando la serie. A todos y cada uno de los retratados les envió una cámara, un conjunto de instrucciones, cinco rollos de película de 35 mm y veinte espejos. El resultado, el que vais a ver.
Ryan McGinley’s book, a companion piece to his show “Mirror, Mirror,” is, plainly put, a collection of nude selfies taken by people in the comfort of their apartments, one which seems to comment - deliberately or accidentally - on the self-obsessed quality of our current cultural moment.
Mirror, Mirror es el proyecto que ha tenido ocupado a McGinley durante tres años, en el que con ayuda de sus amigos profundiza en el concepto de identidad, mediante el uso de espejos y selfies. A cada uno de los participantes envió una cámara, un conjunto de instrucciones, cinco rollos de película de 35 mm y 20 espejos que pusieron a prueba en sus respectivas casas siguiendo sus directrices. Luego le devolvieron los rollos sin revelar a McGinley, quien ordenó el material y seleccionó una sola imagen para representar a cada participante. De esta manera, Mirror, Mirror está compuesto por imágenes hechas sin la interferencia física del artista, podríamos decir que simplemente ejerce de curator, seleccionado las fotografías que mejor encajan en la obra final.
In creating Mirror Mirror, McGinley - a 40-year-old artist whose work has been featured in the Guggenheim and Whitney Museums - relied not upon well-trained (and paid) lackeys, but rather a large cadre of friends, most facilely described by applying a fusty linguistic relic of the 20th Century: “bohemian.”
Prior to the photo sessions, each of the artist’s game contributors were given detailed shooting instructions and 15 door-sized mirrors, both delivered by assistants in order to further distance the artist from his own creation.
Los fotografiados son personas de todo tipo entre los 19 y los 87 años, cada uno de los cuales nos recuerda que la belleza se presenta en una multitud de formas y está en todas partes. Se trata de documentar el cuerpo humano como una celebración de nuestras diferencias, pidiéndonos a todos que hagamos exactamente el mismo ejercicio. Los autorretratos nos dan información íntima no solo sobre los estados emocionales de los sujetos, sino también sobre la construcción de su yo físico idealizado.
Las fotografías resultantes exploran la manera cómo la cámara fotográfica funciona como un mediador cada vez más omnipresente en la presentación de la identidad contemporánea.
The carefully arranged mirrors, meanwhile, create multiple perspectives on the same subject, a la a dressing room mirror - a source of inspiration McGinley mentions in his introduction. It evokes the idea that, while we may think we have a strong bead on the figure we cut in the wide world, catching glimpses of ourselves from un-expected angles - be they in an oddly placed mirror or a photograph - warps the Polaroid of ourselves we keep in the mind’s gallery of life experience. But even as the dust settles after these identity-fracturing moments, something remains forever altered, like a fresh ring on a tree or the new skin of a snake. We witness in these moments, perhaps, the on-going, glacial evolution of exactly who we believe ourselves to be.
Los espejos son más que simples superficies reflectantes. Reflejan nuestras emociones y autoimagen, influyendo en cómo nos sentimos con nosotros mismos en un momento dado. Son ventanas a nuestra identidad y autorreflexión emocional. Por eso siempre me gusta ver un espejo de calidad en https://nudoh.es/collections/espejos-decorativos